17 de febrero de 2010

Bottom 5: LOS INSTRUMENTOS MENOS JAPIS

Es una obviedad supina señalar que los Japis somos melómanos enfermizos, siempre atentos a las primicias de la dancefloor de allende los mares. Nos pasamos el día tarareando nuevos hits que al poco dinamitan los charts, ensayando nuestra coreografía del fin de semana al ritmo de ensordecedores kbps y viviendo ad aeternum en un videoclip de espectacular presupuesto. Quedarse sin batería en el iPod es un drama, no encontrar el .rar en Dilandau es una crisis.

Ahora bien… ¿Cuántas veces te has encontrado un temazo sin parangón que a mitad del estribillo se jode por el featuring de una guitarra new traditional estilo alemán de la Baja Sajonia? ¿Qué pinta un tambor aborigen en el clímax de esa cancionzaca que habría sido digna de erigirse en himno nacional? Porque a todos nos ha pasado, porque todos le damos al “Supr” en el iTunes, y porque todos nos hemos cagado en la madre de los compositores y/o arreglistas, aquí te ofrecemos el Bottom 5 de los instrumentos más loser ever:




1. LA GUITARRA (así, amplio sensu)


No en vano la acabamos de mencionar. Es el artilugio que por antonomasia más creaciones ha destruido a lo largo de la historia de la música, asentando la base de ese seudo-género absurdo llamado rock. Podemos aceptar un punteo aquí, un desgarro allá, pero ya está bien. Basta de temas de 4 minutos de ruido que no sabes cómo bailar, de conciertos heteruzos con olor a cerveza, de espantajos sin peinar y con pintas de yonqui, de que nuestras popstars favoritas se amparen en ella para sacar discos maduros o malotes que no gustan a nadie. Insto a nuestros lectores a arrancar de las paradas de autobús todos los anuncios de clases de guitarra y a buscar a quienes las imparten para metérselas por el ano.



2. EL ACORDEÓN

Que Madonna se volviera loca del coño y metiera en su tour (con calzador) un set étnico a base de violines gitanos y acordeones no quiere decir que este aparatucho del diablo esté in. De hecho está re-out a más no poder, asociado indefectiblemente a conceptos tan poco Japis como la mendicidad, el perroflautismo, Rumanía, las peores líneas de Metro y tiempos en que los éxitos musicales no tenían clas-clas. ¿Has escuchado en todo tu periplo vital alguna canción digna que lo incluya? Nosotros tampoco. Dejamos su uso y disfrute para personajes afines a esos ideales, como Cristina del Valle, o para ridículos que se creen Amélie Poulain.


3. LOS PLATILLOS

A mí personalmente me encantan en su versión grande (como todo), que para un Puccini o un Verdi el chimpúm queda fenomenal como colofón de una aria. Pero seamos sinceros: fuera del ámbito clásico, ¿se usan para algo más que para cerrar chistes inhumanos en El club de la comedia? Diréis algunos que también en canciones de estilo más rockero o indie. Remitíos al punto 1, extensible a las baterías y demás anexos. Nada de lo que sea reproducible por Protools y previo a los 90 tiene cabida en el pop, y punto. Por algo será que los que los tocan son siempre bizcos o del 2% de discapacitados de contratación obligatoria, fijaos bien.


4. LA CORISTA NEGRA

En este punto hay cierto disenso, ya que parte de los Japis son fervientes admiradores del infausto R&B, pero la mayoría coincidimos en el aspecto formal: si quieres, graba a una negra melismática en el estudio, por aquello del “sonido auténtico”, pero en el directo pon a una blanca. Que haga lip-synch (gran sinónimo de la cultura MTV de hoy día), que sea una suerte de Xtina Aguilera para imitar ese tipo de voz, lo que sea. Pero que se distinga del telón oscuro del fondo, cari. Así nos ahorras de paso las recurrentes pelambreras tipo actor secundario Bob, los estilismos de circa, los movimientos de brazos de empastillada y las carnes embutidas.

5. EL CLARINETE

¿De verdad hay alguien que soporte este aborto de flauta y trompeta? Omnipresente en procesiones de pueblo, chirigotas carnavaleras tercermundistas y recitales de fin de curso de institutos conflictivos, afortunadamente no se tiene documentación de él en hits recientes del Billboard que se precien. ¿Por qué de su existencia, entonces? Una manifestación más de lo cutre y lo rural, imitación burda de su primo el oboe (otro que tal), y clara alternativa de quienes no pueden permitirse clases de violín o estudios en el afamado conservatorio de Stefani Joanne Angelina Germanotta. Coño, y es que encima es horrible. Que los quemen todos.


Bonus. EL TRIÁNGULO

No podemos dejar de incluir este culmen del sinsentido, el equivalente en cualquier banda u orquesta al niño del colegio con el parche en el ojo. No nos cabe en la cabeza. Eh, tú, el pringado que te dedicas a golpear un triángulo de metal casi invisible con una varilla: ¿para eso has estudiado cinco años de carrera? Sabes que ningún ser humano no perteneciente a un grupo marginal se va a dejar ver en tu compañía, ¿verdad? Estos son de los que luego dicen que su función es indispensable para la armonía y que tocan a Mozart, ¡qué valor!

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