3 de octubre de 2010

Hola, soy un... ¡putero!


"Mmmm... buapa, ven con papaíto, que te voy a confesar..."

Ave María Purísima…
Mi nombre es Mel Columcille Gerard Gibson, pero podéis llamarme San Mel, Mad Mel, “mamá, mira a este mendigo borracho que intenta violarme”…
Nací en el seno de una familia de alcohólicos majaretas y radicales australiana. Mis padres eran primos, Hutton Gibson y Anne Reilly Gibson. Era lo que se llevaba en Australia por aquel entonces si eras granjero y analfabeto. Dicen que mi abuela era cantante de ópera, pero no creo que ponerse hasta el culo de chinchón y graznar en la puerta del granero pueda considerarse ópera.
Mi vida fue dura, tuve que luchar contra los dingos y evitar que mis propios padres me violaran, les tiraba la sangre.
Cuando conseguí salir de ese país de delincuentes ingleses y tuve la melena perfecta, decidí hacerme actor, alcohólico, religioso radical, racista y putero. Me hice ultra famoso enseñando mi cuerpazo en Mad Max, las trescientas entregas de Arma Letal, junto a un puto negrata y mil películas exitosas más.
Me casé con una zorrita que en sus ratos libres fingía ser enfermera. La convertí en mi coneja particular. Solo podía parir, así lo quiso el Señor. Tuvimos 7 hijos, 6 machotes y una fulana. Sus nombres eran, Abel, Caín, Noé, Zacarías, Ezequiel, Judas y María Magdalena.
Éramos una famila feliz. Yo me emborrachaba, llegaba a casa y repartía hostias por un tubo entre las dos hembras, para eso soy un cristiano ejemplar. No satisfecho con eso, y para dar ejemplo, decidí probar coñitos a espaldas de mi santa esposa. Contratar los servicios de una fulana y correrme en su puta cara de inmigrante me ponía bruto, bruto.
Cuando me cansé de ser actor, ya había conseguido fama, dinero, respeto, detenciones, locura transitoria, etc., me hice director. Cuatro son mis peliculones:
El hombre sin rostro, en el que cuento la historia de un ser deforme.
Brave Heart, en la que muestro el espíritu de una nación unida.
La Pasión de Cristo, las últimas horas de mi ídolo. Soy fan suyo.
Apocalypto, en la que simplemente hay sangre y chorvas medio desnudas, que es lo que más me gusta en la vida.
Si bien ya no podía ser más feliz, Dios quiso que la hija de puta de mi hija se plantease ser monja, pero después de hablarlo, dejarla con la mandíbula rota y una costilla menos, decidió ser madre y esposa. Lo que toda mujer debe ser. Amén.

La verdad es que en la actualidad no paso por unos buenos mometos. Mi esposa decidió divorciarse, tan sólo porque quise enviarla al lado de Nuestro Señor Jesucristo, una desagradecida. Y mi amante, la rumana de mierda a la que sacudía la badana los martes y jueves, ha decidido dejarme y sacarme los cuartos.

Rezo a Dios para que las cosas mejoren, los negros desaparezcan de la faz de la tierra y me hagan un 2x1 en el burdel de la esquina.

El Señor esté con vosotros.

2 comentarios:

Arkham dijo...

Totalmente verídico. Amén.

MacLamala dijo...

Amén.